
EL PUEBLO DOGÓN Y SU CASA DE LA PALABRA
Esteban Galera
Madrid
Después de cruzar a la vertiente meridional del gran río Níger se encuentra la tierra de los Dogones, uno de los pueblos de África Occidental cuya ancestral organización social y política ha sobrevivido a la penetración de la cultura islámica, en un principio, y después a la colonización europea.
Madrid
Después de cruzar a la vertiente meridional del gran río Níger se encuentra la tierra de los Dogones, uno de los pueblos de África Occidental cuya ancestral organización social y política ha sobrevivido a la penetración de la cultura islámica, en un principio, y después a la colonización europea.

El Hogón, elegido entre el clan de los ancianos dentro del consejo que gobierna y administra, es el personaje más importante de la sociedad dogón. .jpg)
.jpg)
Es el depositario e intérprete de las creencias mitológicas y teológicas, ya que no existen los textos escritos. Vive en una casa especial, especie de ‘parlamento’, que se mantiene a expensas de todo el poblado y recibe el nombre de “Casa de la Palabra”.
En este lugar respetado se reúne el consejo siempre que se deba tomar cualquier decisión importante que afecte a la vida de toda la comunidad dogona.
Durante uno de mis viajes, el consejo dogón se había reunido en la “Casa de La Palabra”. La comunidad, muy dependiente de la agricultura, sufría el azote de una rigurosa sequía y la cosecha había sido escasa especialmente en algunas aldeas próximas cuya situación podía provocar el hambre. Los ‘consejeros’ aplicaron una de las leyes dogonas: repartir los bienes de la tierra. De repente la decisión tomada comenzó a ser transmitida por los tambores que retumbaban para extender su sonido de aldea en aldea. Yo escuchaba desde una de las planas terrazas de una casa dogona aquel mensaje solidario emitido por la grave percusión de los tambores, mientras el pueblo dogón ya se movilizaba para vaciar parte de sus graneros colectivos y trasladar el contenido hacia las aldeas más necesitadas.
En este lugar respetado se reúne el consejo siempre que se deba tomar cualquier decisión importante que afecte a la vida de toda la comunidad dogona.

Durante uno de mis viajes, el consejo dogón se había reunido en la “Casa de La Palabra”. La comunidad, muy dependiente de la agricultura, sufría el azote de una rigurosa sequía y la cosecha había sido escasa especialmente en algunas aldeas próximas cuya situación podía provocar el hambre. Los ‘consejeros’ aplicaron una de las leyes dogonas: repartir los bienes de la tierra. De repente la decisión tomada comenzó a ser transmitida por los tambores que retumbaban para extender su sonido de aldea en aldea. Yo escuchaba desde una de las planas terrazas de una casa dogona aquel mensaje solidario emitido por la grave percusión de los tambores, mientras el pueblo dogón ya se movilizaba para vaciar parte de sus graneros colectivos y trasladar el contenido hacia las aldeas más necesitadas.

El territorio de los dogones se encuentra entre las fronteras de Mali y de Burkina ocupando una meseta saheliana, árida y enmarcada entre colinas y acantilados rocosos. Al pie de estos precipicios se levantan las aldeas dogonas más emblemáticas.
Las cosechas y las siembras son considerados trabajos comunales y el producto es colectivizado, en cambio los productos hortícolas (tomates, cebollas y pimientos) son cultivados individualmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario